Si te preocupas por estar en forma
¿Estás en forma? ¿Qué estás haciendo o dejando de hacer que te impide estar en forma? ¿Qué necesitas para ponerte en forma?
Estar en buena condición física es importante porque nuestra salud en general depende de ello. El descuido de nuestra condición física puede causar problemas de salud, enfermedades y aun la muerte.
Los expertos de la salud concluyen que el ejercicio es vital para la salud de las personas. Fumar, comer alimentos con mucho colesterol y grasa, y vivir en un estado de ansiedad, aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas. Estás enfermedades son una de las causas primordiales de muerte en el mundo.
Cuando oímos esto, nos preocupamos. Empezamos a trotar, tomar vitaminas, hacer ejercicios y hasta nos ponemos a dieta, todo con la esperanza de mejorar nuestra salud y posponer nuestra muerte.
Sin embargo, centenares de personas mueren alrededor del mundo debido a otro tipo de mala condición--la condición espiritual. Ellos descuidaron la condición más importante de todas--la condición del alma. La Biblia dice: "Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera" (1 Timoteo 4:7,8).
Es decir, el estar físicamente en forma o el entrenamiento corporal es bueno, pero cuando lo comparamos con la eternidad, ¿cuál es más importante? ¿La condición espiritual o la condición física? Dios quiere que enfoquemos en lo eterno.
¿Por qué es más fácil para nosotros enfocar en lo físico?
Nosotros vivimos en lo concreto, lo aparente, y se nos hace difícil relacionarnos con las cosas espirituales, las cuales, aunque reales, no podemos percibir.
Nosotros queremos ver resultados inmediatos. Y los resultados de un cuerpo sano y bien entrenado son obvios. Los resultados del entrenamiento espiritual pueden ser más difíciles de detectar a primera vista y para desarrollarlos se requiere más disciplina.
Los beneficios de estar en forma sólo nos afectan durante esta vida. Pero, como leímos en la Biblia, una vida disciplinada en la piedad, no sólo nos beneficia durante esta vida, sino también en la vida venidera.
¿Cómo podemos ejercitarnos en la piedad?
Mucha gente se inscribe en programas de entrenamiento físico. Nosotros también nos tenemos que inscribir en el plan de Dios para entrenamiento espiritual. El primer paso es admitir que necesitamos ayuda. Todos nacemos espiritualmente enfermos: "muertos en vuestros delitos y pecados" (Efesios 2:1). En nuestro estado natural nos es imposible ser piadosos.
Jesús vino para sanarnos del pecado, y de sus consecuencias en nuestras vidas. Sólo tenemos que aceptar personalmente el sacrificio que él hizo para sanarnos espiritualmente. "El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias" (Salmo 103:3).
Inscribirnos es un buen comienzo, pero no es suficiente para lograr nuestra meta. Así como para mantener nuestra condición física tenemos que comer los alimentos adecuados, también una dieta espiritual adecuada es vital para nuestra salud espiritual. La Palabra de Dios nos nutre espiritualmente. "El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mateo 4:4). La Palabra de Dios nos da el vigor necesario par resolver los problemas en nuestras relaciones, tanto en el hogar como en el trabajo. ¿Qué le has dado a tu espíritu de comer últimante?
Además de tener la nutrición correcta, tenemos que evitar las cosas que son dañinas a nuestra salud. Por ejemplo, fumar y beber. ¿Qué cosas debemos evitar para entrenar nuestro espíritu para la piedad? Colosenses 3:8 y 9 dice: "Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros".
Así como el ejercicio diario es esencial para nuestro bienestar físico, la oración es importantísima para mantener nuestra vitalidad espiritual. El ejercicio fortalece a los músculos. La oración nos fortalece para resistir la tentación. Jesús nos amonesta: "Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil" (Mateo 26:41).
Si enfocamos en lo espiritual, ¿debemos olvidarnos de lo físico?
No. Dios quiere que vivamos vidas balanceadas, pero como somos humanos, tendemos a un extremo o al otro.
Una vida espiritual templada y disciplinada, resultará en una vida física templada y disciplinada. Si Jesús es verdaderamente nuestro Señor, él controlará todo aspecto de nuestra vida. El apóstol Pablo nos urge a entregarnos a Dios: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional" (Romanos 12:1).
Si hemos de dar un sacrificio a Dios, debemos darle lo más puro--lo mejor. "Consérvate puro" (1 Timoteo 5:22). Evita pensamientos, actividades y acciones que contaminan, y ofrécete a Dios como un sacrificio puro y piadoso.
Espiritualmente, ¿estás en forma? ¿Estás haciendo todo lo posible para ponerte en forma?
Si Quieres Recibir a Jesus
Cree que Jesús es el Hijo de Dios enviado al mundo para salvar a los pecadores.
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).
"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12).
Recibe al Espíritu Santo dado a todo creyente.
"Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él . . . . El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios" (Romanos 8:9,16).
"Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también del Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen" (Hechos 5:32).
"¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" (Lucas 11:13).
Recibe los mandamientos e instrucciones de Cristo para la vida.
"Y éstos eran más nobles . . . pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así" (Hechos 17:11).
Sé recibido a una comunidad espiritual de creyentes.
"Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones" (Hechos 2:41,42).
"La voluntad de Dios nunca te llevará a donde la gracia de Dios no te sostendrá."
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