A cambiar el clima de nuestra mente
El clima es algo que no podemos cambiar por más que nos esforcemos.
Que nos toque una tormenta o un cielo gris nublado no depende de nosotros. Pero lo que sí podemos cambiar es nuestro clima interior. Nosotros podemos decidir si queremos un día soleado, sin turbulencia, o si queremos vivir un infierno tormentoso, lleno de estrés y angustia.
Lance Secretan, en su libro “Reclaiming a Higher Ground”, comenta una investigación desarrollada por la Universidad de California en San Francisco donde se tomó una nuestra de cuatrocientos pacientes que habían sufrido un ataque al corazón y dolor de pecho intenso. Usaron a doscientos pacientes como grupo de control. Para la otra mitad se organizaron grupos de oración que oraban en instalaciones ajenas al hospital. Ningún paciente sabía que se estaba orando por él. Al final de la investigación, ninguno de los pacientes por los que se estaba orando había necesitado la máquina de respiración artificial. En cambio, en el grupo que no recibió oraciones hubo doce pacientes que necesitaron los respiradores.
Intuitivamente sabemos que lo que hacemos puede impactar en las personas, pero esta investigación probó científicamente este hecho. Nuestras acciones son como el fuego de una vela. La vela no es mala ni buena. Es cómo las usemos lo que nos permite realizar un juicio sobre ella. Las podemos usar para servir, iluminando un pequeño ambiente, o las podemos usar para iniciar un incendio que perjudique a miles.
Tratemos de usar nuestra vela para construir. Tratemos de que la mayor cantidad de pensamientos que pasan por ella sean los mejores. Esto no solo puede tener efectos positivos en la otra persona; a quien más favorece es a nosotros mismos.
Otra sugerencia es estar más conscientes de nuestros pensamientos. Nuestra mente es como un auto que frecuentemente se maneja solo escogiendo rutas que no son las que más nos convienen. Tome el timón del auto de su mente y trate de ser consciente de por dónde maneja. Por ejemplo, evalúe cuánto tiempo invierte discutiendo algo que está mal, o conversando de hechos políticos que le desagradan o hablando mal de alguien. Recuerde que hablar mal no arreglará los problemas. Al contrario, los pensamientos negativos complican los problemas.
Hoy más que nunca, las palabras del Pablo en sus cartas a los Romanos y a los Efesios deben sonar más fuertes en nuestras vidas:
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Romanos 12:2
..despojaos del viejo hombre,… y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad
Efesios 4:22-23
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