Tu cara no es tuya
Las empresas de cosméticos facturan millones de dólares por año en sus productos. Podemos decir sin temor a equivocarnos que la reina del mercado es hoy en día la cosmética. Cremas para la cara, cremas antiarrugas, cremas de limpieza facial, delineadores, brillo labial, sombras, bellos tonos de ruge para los labios y rubor para las mejillas, mascarillas de arcilla en sitios spa, crema antiacné para los adolescentes, etc., etc., atraen a hombres y mujeres, grandes y chicos, ricos y pobres en esta tendencia fóbica de cuidar y embellecer la cara.
Pero en realidad la cara no es tuya, ¿sabías? Aunque gastes fortunas en su mejoramiento, tu cara, tu rostro, la imagen que transmite no es ni nunca será tuya a menos que andes constantemente con un espejo colgando de tus narices. De lo contrario, los que vean y disfruten tu rostro serán los demás, nunca tu. No hay porqué obligar a los demás a ver una cara amargada.” No hay duda que nos alegra ver rostros alegres y optimistas, así de la misma manera, los dueños de esos rostros tienen derecho a esperar reciprocidad de parte nuestra con otra cara alegre.
Escasean, ¿verdad? Abundan las otras caras, las de ceño fruncido, las sonrisas forzadas, la de ojoso airados y fuera de órbita, muelas apretadas, mandíbulas tensas. ¿Será por eso que al entrar a un comercio necesitamos que se nos diga: “Sonría lo estamos filmando”? La palabra de Dios dice: “El corazón alegre hermosea el rostro” o sea que una cara tensa y avinagrada puede estar simplemente evidenciando que ese corazón está cargado de pesares Es que al fin y al cabo, de la abundancia del corazón habla la boca. Sí, en alguna medida, la cara es la ventana del alma, y muchas veces una ventana sucia me habla de una casa sucia y de un dueño sucio, así también una cara triste me habla de una vida triste y de un individuo triste. ¿Cómo está tu corazón, alegre porque has experimentado el amor de Dios o triste hasta tal punto que no puedes disimularlo? Sonríe, Dios te ama.
Pablo Martini
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